Hasta la fecha, la mayoría de los pacientes que habían enfermado por Covid-19 sabían que la recuperación completa no llegaba con la expulsión de la carga viral del cuerpo. La literatura científica y la propia experiencia del personal sanitario sugiere que tras una infección por coronavirus es normal sentir fatiga, cansancio y ausencia del olfato o gusto durante algunas semanas.

Sin embargo y al margen de secuelas más extrañas como el daño cerebral o la fibrosis pulmonar, los últimos estudios elaborados al respecto advierten de que existe una relación entre haber sufrido Covid-19 y desarrollar un problema de diabetes a posteriori.

El coronavirus puede dañar las células que producen insulina

Las primeras evidencias que hablan de una relación entre la Covid-19 y la diabetes se remontan al pasado mes de noviembre, cuando en la revista científica Diabetes, Obesidad y Metabolismo se mencionó esta circunstancia en un artículo que se hacía eco de los análisis realizados sobre pacientes con coronavirus que posteriormente fueron diagnosticados con diabetes.

Un total de 3.711 personas que habían pasado la COVID-19 entre enero y mayo del 2020, un 14,4% de los mismos desarrollaron diabetes después de haber superado la infección del virus pandémico.

Aunque los expertos consultados por el medio estadounidense health.com señalan que se trata de una relación asociativa y no de causa-efecto, las investigaciones posteriores que ha puesto en marcha el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos dilucidan algunas de las dudas planteadas: “Si bien la diabetes recién diagnosticada en pacientes con COVID-19 podría atribuirse como respuesta inflamatoria a una enfermedad de este tipo o al tratamiento con glucocorticoides que se aplica en algunos pacientes, también debemos considerar el efecto diabetogénico que tiene la COVID-19”, apuntan.

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Pero ¿de qué hablamos cuando se señala el efecto diabetogénico del coronavirus? Según los estudios mencionados anteriormente y publicados en la revista científica Cell Metabolism, el virus SARS-CoV-2 es capaz no solo de infectar células beta del páncreas, sino también de replicarse dentro de ellas.

Esas células beta son importantes porque son las responsables de secretar la insulina y, en diabetes como la tipo 1, son esas células beta las que no secretan suficiente insulina para regular la glucosa presente en el organismo.

Junto a estas evidencias, ambos estudios también confirmaron que tras analizar las muestras de las autopsias de personas que murieron por COVID-19, descubrieron que las células beta pancreáticas habían sido infectadas. lo que reafirmaría que el SARS-Cov-2 puede comprometer la producción de insulina al infectar preferentemente a estas células productoras.

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