Solo una parte de los medicamentos usados para la diabetes pueden ser utilizados de manera segura en pacientes con afectación renal y la mayoría necesita ajuste en sus dosis. Esta condición afecta actualmente hasta el 50% de los pacientes con diabetes, debido a un pobre control y resulta siendo la complicación más común en el paciente diabético.

Así lo explicó en un artículo escrito para la edición impresa de la Revista Medicina y Salud Pública (MSP) la endocrinóloga Marielba Agosto Mújica experta en diabetes y metabolismo, explicó ampliamente la complicación más usual de la diabetes, la nefropatía diabética. Pero no necesariamente los pacientes diabéticos deben sufrir de daño en el riñón, esta condición se puede evitar con un control glucémico adecuado.

“La recomendación actual para prevenir las complicaciones por la hiperglucemia es mantener una hemoglobina glicosilada menor a 7% en el paciente no complicado o durante el inicio de la condición, lo cual se traduce en niveles de azúcar en ayuno promedio 70-130 mg/dl y después de comer menores a 160 mg/dl” expuso la endocrinóloga.

La albúmina presente en la orina es la primera señal o primera etapa de nefropatía, además predecirá el desarrollo de enfermedad crónica renal y la disminución gradual en la filtración glomerular.

Otras de las recomendaciones de la experta son medir los niveles de creatinina en sangre y que “estas dos pruebas sean realizadas al menos anualmente y, en caso de resultar alteradas, sean confirmadas en un período de 6 meses, siempre considerando que otras causas de elevación de proteínas en orina pueden estar presentes como infección, ejercicio extremo, alta presión, fallo cardíaco, entre otras”.

El manejo del paciente diabético es complejo por dos razones específicas, la primera es que existe una limitación en los medicamentos que pueden ser utilizados de manera segura para el tratamiento y que la medición de los niveles de azúcar en sangre puede ser más difícil.

Existen varios medicamentos para el tratamiento de la diabetes, según la doctora metformina es uno de los más comunes en el manejo de la diabetes tipo 2; de hecho, es el medicamento que debe ser recomendado y recetado como primera línea, incluso de manera preventiva, desde que el paciente es diagnosticado con pre diabetes, ya que es amplia la data de disminución en la resistencia a insulina y la prevención de progresión de la condición. Muchos rumores y mitos erróneos afirman que la metformina daña el riñón, lo cual es totalmente falso. Todo lo contrario, al mejorar el control glucémico, previene el desarrollo y la progresión de la nefropatía diabética. Al igual que muchos otros medicamentos como antiinflamatorios y antibióticos, si ya el paciente tiene o desarrolla una afección renal, el medicamento debe ser ajustado, disminuir su dosis e incluso descontinuado en ocasiones para que el mismo no se acumule en el sistema debido a que se metaboliza por vía renal. Esto no debe ser confundido y jamás debe ser traducido a que la metformina daña el riñón. No tendría ningún sentido que utilizáramos como primera línea un medicamento que causara precisamente lo que queremos prevenir y este mensaje debe ser llevado a toda la población, ya que es común escuchar en nuestras prácticas: “Me quitaron la metformina porque me dañó el riñón”.

Conclusiones

La especialista concluyó que los medicamentos seguros para tratar al paciente diabético con nefropatía diabética son “los inhibidores de DDP-4, aunque algunos requieren ajustes de dosis. Las insulinas análogas son preferidas por su función fisiológica. La mayoría de las sulfonilureas no se recomiendan debido a un riesgo aumentado de hipoglucemias bajo una filtración glomerular debajo de 30 ml/min. Tenemos disponibilidad con data de seguridad en valores bajos de filtración glomerular de los análogos de GLP-1, con precaución menos de 30 ml/min. Data muy interesante y prometedora, está surgiendo de los inhibidores del receptor SGLT-2, con respecto a la prevención de la progresión de enfermedad renal, pero actualmente la recomendación de su uso es sobre 45 ml/min y 60 ml/min de filtración glomerular”.

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