Una sola pregunta sencilla sobre los hábitos de sueño a personas con diabetes identificó en la base de datos de UK Biobank a un subgrupo con tasa de mortalidad de casi el doble durante un seguimiento de cerca de 9 años: el de quienes contestaron que por lo general tenían trastornos del sueño.

La pregunta fue: ¿Nunca, raras veces, a veces o por lo general, tiene problemas para quedarse dormido, o se despierta en medio de la noche?

Adultos del UK Biobank con alguna forma de diabetes autonotificada o uso de insulina que contestaron que por lo general tenían trastornos del sueño tuvieron tasa de mortalidad de 87% significativamente más alta que quienes no tenían diabetes y contestaron que nunca o raras veces tenían trastornos del sueño, en un modelo completamente ajustado con seguimiento promedio de 8,9 años, informaron en Journal of Sleep Research Kristen L. Knutson, Ph. D., y sus coautores.

La mortalidad en los informantes que refirieron alteraciones del sueño frecuentes pero que no tenían diabetes fue 11% más elevada que en aquellos sin trastornos frecuentes del sueño. Por otra parte, los que tenían diabetes sin trastornos frecuentes del sueño tuvieron tasa de mortalidad 67% más alta, en comparación con quienes no tenían diabetes. Ambas diferencias fueron estadísticamente significativas en un modelo en que se ajustaron edad, sexo, grupo étnico, tabaquismo, duración del sueño, índice de masa corporal y otras covariables.

Los hallazgos parecen indicar que la diabetes y los trastornos frecuentes del sueño actúan de forma más o menos aditiva para aumentar el riesgo de mortalidad, comentó Knutson, epidemióloga especializada en medicina del sueño en la Northwestern University, en Chicago, Estados Unidos. Añadió que con base en estos hallazgos, los médicos deberían tener en cuenta preguntar cada año a los pacientes con diabetes esta cuestión clave sobre la frecuencia de sus trastornos del sueño.

Deberían luego dar seguimiento a los pacientes que refieren trastornos habituales derivándolos a una clínica de sueño para evaluar algún trastorno del sueño, como insomnio o apnea del sueño. La apnea del sueño en especial es “muy frecuente en pacientes con diabetes de tipo 2”, señaló Knutson.

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Hay necesidad de “difundir el conocimiento” sobre la diabetes y el trastorno del sueño

El estudio realizado por Knutson y sus colaboradores “es uno de los más grandes basados en la población” en examinar la relación entre trastornos del sueño, diabetes y mortalidad, comentó la Dra. Sirimon Reutrakul, endocrinóloga y especialista en diabetes en el University of Illinois Hospital, en Chicago, Estados Unidos. “Este estudio resalta los efectos perjudiciales de los trastornos del sueño en personas con o sin diabetes, y se suma a los efectos de los trastornos del sueño, como los síntomas de insomnio.

Las personas con diabetes suelen tener trastornos del sueño. La apnea obstructiva del sueño es muy común en personas con diabetes, y los síntomas de insomnio podrían presentarse en individuos con apnea obstructiva del sueño o podrían ser un problema diferente”, indicó la Dra. Reutrakul. Las alteraciones del sueño pueden originarse por efectos directos de la diabetes, como nicturia, preocupación en torno a los valores de glucemia, dolor, síntomas depresivos y ansiedad, o pueden ser consecuencia de trastornos concomitantes que interfieren en el sueño.

“Es prudente preguntar a los pacientes con diabetes sobre sus patrones de sueño”, destacó la Dra. Reutrakul, y estuvo de acuerdo con la pregunta específica que Knutson recomendó hacer a los pacientes. Otros aspectos de la calidad del sueño que podrían ser útiles para un diagnóstico son la duración y el horario del sueño, así como los ronquidos. “Algunos médicos hacen estas preguntas, pero necesitamos difundir este conocimiento”.

Los trastornos del sueño “son muy prevalentes” en adultos de Reino Unido

El UK Biobank inscribió un poco más de 500.000 personas de 37 a 73 años de edad durante el periodo de 2006 a 2010, y 487.728 tenían datos disponibles que permitieron su inclusión en el análisis. Ese grupo tenía edad promedio de 57 años de edad, 54% pertenecía al sexo femenino, 94% era de raza caucásica y su índice de masa corporal promedio era de 27 a 28 kg/m2.

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Más de una cuarta parte de estas personas refirió tener alteraciones “habituales” del sueño, demostrando que las alteraciones del sueño son “muy prevalentes” en residentes de Reino Unido, señalaron los autores. Poco menos de una cuarta parte de los sujetos informó que nunca o raras veces tenía trastornos del sueño, y la mitad restante de los sujetos dijo que “a veces” los experimentaba.

Además, 69% refirió no tener diabetes ni trastornos del sueño frecuentes, 26% tuvo trastornos del sueño frecuentes, pero no diabetes, 3% tenía diabetes, pero no trastornos del sueño frecuentes, y 2% tenía diabetes junto con trastornos del sueño frecuentes.

Durante el seguimiento promedio de 8,9 años, 19.177 personas fallecieron por cualquier causa (4%) y 3.874 de estos decesos implicaron enfermedades vasculares como causas. Pese a la asociación significativa de la diabetes y los trastornos del sueño frecuentes con mayor tasa de mortalidad por todas las causas, la misma combinación no demostró vínculo significativo con la mortalidad cardiovascular en el modelo ajustado completo del estudio. Esto puede deberse a que las “alteraciones frecuentes del sueño pueden dar lugar a diversas causas de muerte”, señaló Knutson.

La información recopilada por el UK Biobank no permitió a los investigadores distinguir entre la diabetes de tipo 1 y la de tipo 2.

“Los hallazgos indican que independientemente de la causa del trastorno del sueño, notificar alteraciones del sueño frecuentes es una señal importante de un riesgo elevado de mortalidad. Por consiguiente, los médicos han de investigar más estos síntomas, en particular en pacientes a los que también se les ha diagnosticado diabetes. Este es el primer estudio en examinar el efecto de la combinación de insomnio y diabetes sobre el riesgo de mortalidad”, afirmaron Knutson y sus coautores.

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