Una nueva investigación demostró que a través de un mapa genético es posible predecir los puntajes de riesgo de enfermedad cardíaca para personas con este tipo de diabetes. Esta situación también permitió identificar la probabilidad de que la presión arterial alta provoque problemas cardíacos o derrames cerebrales en personas con diabetes tipo 2.
El documento acaba de publicarse en la revista Hypertension de la Asociación Estadounidense del Corazón. Esta herramienta puede ser especialmente útil para orientar el tratamiento de personas a las que acaban de ser diagnosticadas o quienes tienen un estado de prediabetes.
Investigaciones anteriores han confirmado que los adultos con diabetes tipo 2 tienen el doble de probabilidades de sufrir un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular que las personas que no padecen la enfermedad. Varias medidas del estado de salud, como la presión arterial, el colesterol y los niveles de azúcar en la sangre se usan comúnmente para determinar el riesgo de desarrollar una enfermedad cardíaca.
En este estudio, los investigadores de la Universidad de Alabama en Birmingham exploraron si las variantes genéticas relacionadas con la presión arterial alta también están vinculadas a enfermedades cardíacas o accidentes cerebrovasculares posteriores. Usaron esa información para determinar una puntuación de riesgo.
“El aumento del riesgo genético de presión arterial alta puede predisponer a algunas personas con diabetes tipo 2 a un mayor riesgo de ataque cardíaco, accidente cerebrovascular o muerte cardiovascular -explicó el autor principal del estudio, Pankaj Arora, director del Programa Clínico de Cardiogenómica y el Centro Clínico de Cardiología. y Programa de Investigación Traslacional de la Universidad de Alabama-.
Realizamos el estudio para determinar si esta puntuación de riesgo genético puede identificar a las personas con diabetes tipo 2 que tienen una mayor predisposición a sufrir eventos cardiovasculares y si un control estricto del azúcar en la sangre afecta el vínculo entre el riesgo genético de hipertensión y los resultados cardiovasculares”.
Arora y sus colegas evaluaron los registros de salud de 6.335 participantes en la base de datos del ensayo Action to Control Cardiovascular Risk in Diabetes (ACCORD) de Estados Unidos, para quienes había datos genéticos disponibles.
El grupo de estudio estaba formado por un 37% de mujeres y el 15% eran afroamericanos, el 6% eran hispanos; el 70% blancos; y el 9% seleccionó la categoría “otro”. Todos los participantes tenían diabetes tipo 2, presión arterial elevada, y fueron seguidos durante 3,5 años.
Se comparó un mapa de variantes genéticas de más de 1.000 variantes comunes que se sabe que afectan la presión arterial con el ADN de los participantes del estudio para determinar el riesgo genético de los participantes. Más coincidencias entre el ADN y el mapa de variantes genéticas conocidas de la presión arterial equivalen a una puntuación de riesgo genético más alta
Los investigadores encontraron que la puntuación identificó a los participantes del estudio con un mayor riesgo de eventos cardiovasculares para las personas con puntajes más altos que el promedio, cada grado más alto se asoció con un riesgo 12% más elevado de enfermedad cardíaca o accidentes cerebrovasculares.
El equipo de trabajo también confirmó que la asociación del riesgo genético con los eventos cardiovasculares fue la misma, incluso si los participantes tomaban medicamentos para controlar los niveles de azúcar en la sangre.
Arora y sus colegas también notaron que los hallazgos sobre las diferencias en las puntuaciones de riesgo genético de los individuos para la presión arterial alta no explicaban por completo por qué el control glucémico intensivo (tratamiento agresivo con insulina, medicamentos, dieta y ejercicio) no parecía tener un beneficio cardiovascular para las personas con diabetes tipo 2 de larga evolución.
“Sin embargo, una puntuación de riesgo genético puede ser útil para las personas recién diagnosticadas con diabetes tipo 2 para identificar quién debe tener cambios de estilo de vida más intensos, como modificaciones en la dieta y el ejercicio, y un control más agresivo del peso, la presión arterial y sobre el consumo de tabaco”, explicó Arora.
Fuente consultada aquí
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