Desde una perspectiva genética, los pacientes que padecen de obesidad, enfermedad de la tiroides y diabetes tienen hasta un 60% de desarrollar la enfermedad por hígado graso.

Así lo confirmó en entrevista con Medicina y Salud Pública el Dr. Alvaro Reymunde, gastroenterólogo del AI Institute of Gastroenterology, quien además recalcó que lo que se conoce sobre los pacientes diagnosticados con la enfermedad también denominada esteatohepatitis no alcohólica -no asociada al uso del alcohol- es “solo la punta del Iceberg”, a modo de comparación.

Cabe recalcar que especialistas en hepatología del País han descrito esta condición como la próxima epidemia en Puerto Rico y causa de trasplante hepático.

“Lo que conocemos de los pacientes diagnosticados con hígado graso es solo una ínfima parte de toda la población en Puerto Rico. Si buscamos los factores de riesgo para hígado graso hablamos de obesidad, con un porcentaje grande de esta condición entre nuestra población. Pacientes con diabetes, dislipidemia, colesterol y triglicéridos altos, problemas de tiroides, ovario poliquístico, entre otros, figuran también como factores de riesgo”, estableció.

“Todos estos pacientes desde desde la perspectiva genética tienen hasta un 60% de desarrollar la condición”, confirmó.

Sostuvo que, aunque existen falta de estadísticas epidemiológicas de esta enfermedad, 6 de cada 10 personas pudieran padecerla y no saberlo.

Reiteró que el reto del hígado graso así como de otras enfermedades hepáticas es que cuando presentan síntomas, ya la enfermedad pudiera estar en un estadio serio de la misma, al ser una afección que en un principio no presenta alerta alguna.

“Ya cuando presenta síntomas, la enfermedad de hígado graso pudo ver progresado a una etapa tardía desarrollando cirrosis, que es cuando ya el hígado dejó de tener una función vital en nuestro cuerpo, funcionando un 20% nada más y el paciente ya puede estar vomitando sangre, pudiera tener ascitis, acumulación de líquidos y otras complicaciones. Cuando el paciente presenta cirrosis ya se trata de una situación irreversible”, abundó.

“Ahora mismo el hígado graso es la causa más común de hígado graso en los Estados Unidos. Esta condición es una seria. Tengo pacientes de 60 a 70 años con cirrosis y nunca han tomado alcohol. A veces es difícil explicarles que hay condiciones como el hígado graso que igualmente causan cirrosis aunque no haya tomado alcohol”, afirmó.

Precisamente insistió en que si los pacientes poseen factores de riesgo como obesidad, diabetes, enfermedad de tiroides, niveles de colesterol o triglicéridos altos, entre otros, deben acudir al médico primario para que se le ordenen pruebas de la función del hígado.

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Informó que las señales clínicas de la enfermedad en laboratorios cuando la misma está en etapas tempranas pudieran verse en la disminución de los niveles de plaquetas, los aumentos en los niveles de las enzimas hepáticas, niveles de albúmina y otros. 

Además sostuvo que además de la biopsia hepática, hoy día el método diagnóstico de la enfermedad es mediante el estudio sonográfico FibroScan, comparado con un sonograma. 

Aclaró que la enfermedad de hígado graso puede ser reversible siempre y cuando no haya progresado a cirrosis y que, aunque la persona esté buen estado físico y en peso ideal, esta enfermedad pudiera afectarle por predisposición genética.

Por tal razón, enfatizó en que esta población deben modificar sus factores de riesgo, como por ejemplo, el control del colesterol en caso de que padezca de niveles elevados, y así estará evitando el desarrollo de hígado graso.

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