El descubrimiento de la insulina supuso un antes y un después en las personas con diabetes de todo el mundo, y sin este avance el día a día actual de estas personas seria muy distinto.

El descubrimiento de la insulina y los posteriores avances en este ámbito supuso una revolución para los clínicos y para los investigadores. «Para los investigadores se ha erigido en un campo enorme de desarrollo, con el objetivo último de conseguir una insulina similar a la insulina propia, inteligente, que actúe según los niveles de glucosa en sangre», esta especialista del Hospital Universitario La Paz.

Pero los científicos quieren ir más lejos, y ya hablan de curar la diabetes. ¿Cómo? 

El cómo, explica este experto en Biología de Células Madre de Novo Nordisk, es mediante terapia celular desarrollada a partir de células madre pluripotentes, embrionarias o inducidas, con las que estamos trabajando desde ya hace más de 10 años para obtener células beta pancreáticas que en un futuro se puedan transformar en un tratamiento para pacientes con diabetes tipo 1.

«Las células, en principio, las tenemos y han funcionado muy bien en los ensayos con modelos preclínicos en animales y ahora es más cuestión de iniciar los ensayos clínicos en pacientes».

Este es paso pendiente, señala este experto, que servirá para comprender cómo va a responder el sistema inmune de los pacientes.

Los científicos están trabajando en diferentes aproximaciones: «Si son células que tienen que estar encapsuladas para protegerlas del sistema inmune». Explica este experto que las personas con diabetes del tipo 1 su sistema inmune ataca a las células beta pancreáticas.

Esto es lo que estamos trabajando ahora en diferentes en diferente líneas y esperamos en poco años empezar ya con los ensayos clínicos.

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Recuerda este experto que con la terapia celular hay que ir paso a paso para asegurarnos que no haya riesgo alguno para los pacientes.

“Nuestro laboratorio ya está trabajando con células madre que ‘evaden’ el sistema inmune en diferente áreas: diabetes, en regeneración cardiaca, párkinson y en degeneración macular de tipo beta”.

La clave es la encapsulación, que se trata de “un tipo de aparato que es permeable para los nutrientes de la sangre pero que bloquea las célula del sistema inmune. Dentro de este recipiente -explica- están las células beta que producido en el laboratorio a partir del células madre del propio paciente y, al implantarlas en el paciente, realizan la actividad para el que están diseñadas”.

Sin embargo, reconoce que hay que trabajar en que el aporte de oxígeno sea el suficiente, ya que las células beta necesitan mucho oxígeno y nutrientes de la sangre. Si el implante da algún problema, se puede retirar.

A la espera de iniciar de iniciar los ensayos clínico de fase I, «estamos muy avanzados», dice, trabajan con el Instituto de Trasplante Celular de la Universidad de Arizona que son expertos en encapsulación.

“El objetivo que perseguimos es que estas células sean capaces de controlar los niveles de glucosa a través de la producción y secreción de insulina. La idea es que esos pacientes crónicos pueden abandonar las inyecciones de insulina. Que sean completamente independientes”.

Y lo último en llegar son las células universales, que no son detectadas por el sistema inmune, aunque estamos en fases previas. Son células que escapan al sistema inmune, con lo que no hace falta la encapsulación. Pero existe el riesgo de que, al no ser detectadas por el sistema inmune, y comiencen a reproducirse descontroladamente, hay que trabajar en controlarlas para poder eliminarlas o destruirlas. ¿Cómo? mediante un fármaco que las elimine.

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Las células universales se generan mediante ingeniería genética y se elimina o modifica o al gen que hace que el sistema inmune detecte las células y, al mismo tiempo, introducimos algún gen de ‘suicidio’ para eliminarlas si tienen un comportamiento anómalo a través de un sustancia que se puede administrar.

De momento presente, según Noemí González, «viene marcado por insulinas más duraderas y, por lo tanto, que requieren menos pinchazos (en el caso de las basales) y por insulinas más rápidas y más fisiológicas (en el caso de las insulinas prandiales), así como por la aplicación de tecnología innovadora para facilitar su administración (bombas de insulina, sistemas híbridos)».

Y de cara al futuro, las tendencias apuntan hacia la creciente utilización de la tecnología para una mejor administración de la insulina: sistemas cerrados avanzados, páncreas artificial uni/bihormonal, plumas inteligentes.

Se apuesta también por las denominadas insulinas inteligentes, con una acción dependiente de los niveles de glucosa y minimizando el riesgo de hipoglucemias. Y también se han puesto grandes esperanzas en el desarrollo de otras formulaciones de insulina, como la insulina oral o los parches de insulina.

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