La periodontitis favorece el desarrollo de la diabetes y los diabéticos también tienen mayor tendencia a padecer problemas de encía. La Dra. Cristina Sánchez cuenta cómo funciona este vínculo que se retroalimenta.
Las bacterias que forman la placa y se adhieren a las encías no solo son las responsables de la gingivitis que es la inflamación en la encía o la periodontitis que es la infección, también pueden ser la antesala de una diabetes.
Pero no solo eso, los pacientes con diabetes, debido a la propia enfermedad, también tienen más riesgo de tener problemas bucales.
La Dra. Cristina Serrano Sánchez, periodoncia y miembro del grupo de trabajo SEPA-SED (Sociedad Española de Diabetes) de diabetes y enfermedad periodontal explica el vínculo entre ambos trastornos.
Las bacterias de la boca están agrupadas formando un microbioma que es un conjunto de bacterias y eso es saludable ya que existe un equilibrio entre dicho microbioma y la respuesta inmune del individuo frente al mismo.
En personas que tienen más riesgo de enfermedad periodontal, ese equilibrio se rompe y se produce lo que se conoce como disbiosis, es decir, un cambio en dicho microbioma que como consecuencia provoca una respuesta inmune exagerada frente a dichas bacterias con el objetivo de destruirlas, pero no lo consiguen.
Es esa respuesta del sistema inmune se liberan multitud de sustancias tóxicas, como citoquinas proinflamatorias y radicales frente que van a ser al final los responsables de la destrucción de los tejidos periodontales.
Lo que sucede es que ese aumento de sustancias proinflamatorias no se quedan en la boca sino que se produce también a nivel sanguíneo.
En concreto, pueden elevarse tres sustancias que son factor de necrosis tumoral alfa, la proteína C e interleuquina 6 que están muy relacionadas con la diabetes ya que promueven la resistencia a la insulina y el fallo del páncreas.
Por tanto, el mecanismo que propicia una mayor predisposición a diabetes en paciente con enfermedad periodontal sería sobre todo el gran proceso inflamatorio derivado de la enfermedad, más que el efecto de las bacterias en sí mismo.
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