Con unos hábitos de vida saludables se puede prevenir la Diabetes tipo 2, la más frecuente en población de más de 40 años. Uno de los grandes problemas es que una de cada dos personas con diabetes no sabe que la sufre.

La diabetes es una enfermedad silenciosa y traicionera que inicialmente no causa dolor pero que, si no se controla adecuadamente, va ocasionando un daño que cuando se manifiesta ya tiene repercusiones importantes a nivel cardiovascular, cerebral y renal. Los datos son llamativos: el 50% de las personas con diabetes ignoran que padecen la enfermedad y cuando ésta se diagnostica el paciente puede haber acumulado años de progresión de la misma en los que ha ido avanzando sin control.

Este sábado se celebra el Día Mundial de una enfermedad que, si no se controla, deteriora tremendamente el día a día de los pacientes y puede acortar su vida entre 6 y 8 años pero que, y ahí reside la buena noticia, en su forma más frecuente, la diabetes tipo 2, es prevenible en gran medida simplemente con unos hábitos de vida saludables.

La diabetes es una enfermedad relacionada con un mal funcionamiento de la insulina, una hormona que secreta el páncreas y cuya función es regular la cantidad de glucosa que tenemos en la sangre y nuestro organismo utiliza, es decir, el nivel de combustible que necesitan importantes órganos de nuestro cuerpo para funcionar como el músculo cardiaco y el cerebro. “Si la cantidad de gasolina no es la adecuada las cosas empiezan a ir mal”, explica gráficamente Juan Carlos Obaya, médico de Atención Primaria.

Existen varios tipos de diabetes, aunque dos son los más frecuentes. En la diabetes tipo 1, que es la que suele aparecer en la infancia y en población joven, el páncreas no fabrica la cantidad necesaria de insulina. En la diabetes tipo 2, que es la forma más frecuente en población de más de 40 años, el problema no es tanto la capacidad de producción de insulina, que a veces se fabrica incluso por encima de los niveles considerados normales, como la resistencia del organismo a dicha hormona, es decir, “la insulina no ejerce su función adecuadamente y la glucosa no llega a su destino, acumulándose en el organismo y provocando alteraciones inflamatorias en el tejido vascular, renal, cerebral y cardiaco”, describe Javier Escalada, director del área de Endocrino y Nutrición de la Clínica Universitaria de Navarra, y presidente de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).

La incidencia de la diabetes tipo 2 ha ido en aumento en los últimos años, vinculado este aumento al de la obesidad y el sobrepeso, dado que es una enfermedad que se relaciona fundamentalmente con hábitos de vida poco saludables, como la alimentación inadecuada y el sedentarismo.

Actualmente se calcula que casi un 14% de la población española presenta diabetes, un dato que se eleva al 25% en los mayores de 75 años. Uno de los datos más preocupantes es el del infradiagnóstico, es decir, población que tiene la enfermedad pero no lo sabe, y se calcula que en esta situación está una de cada dos personas con diabetes. En consecuencia, el 6,7% de la población global española es diabética sin saberlo. Y si no está diagnosticada difícilmente va a desarrollar estrategias para el control de su enfermedad.

Por eso sería tan importante, según coinciden en señalar ambos médicos, desarrollar estrategias de screening o despistaje de la diabetes, es decir, ir a buscar la enfermedad con una prueba de detección en población con sospecha de que pudiera tenerla, sobre todo, a partir de los 45 años de edad. “Es necesario buscar activamente la diabetes”, insiste Escalada.

“Es muy importante que desde la Atención Primaria a partir de una determinada edad se vaya a buscar la enfermedad y que también se haga esto desde especialidades como nefrología, cardiología o medicina interna que están en contacto con pacientes diagnosticados de otras patologías y que también pueden tener diabetes sin saberlo”, precisa Obaya.

Y es que los datos son muy llamativos. Un 50% de los pacientes con enfermedad cardiovascular presenta diabetes, con independencia de cuál sea esa enfermedad cardiovascular. En las personas con sobrepeso u obesidad también es mucho más probable que su mecanismo de regulación de la glucosa no funcione adecuadamente.

Además, se da la situación en no pocas ocasiones de que la persona que puede presentar diabetes “prefiere en ocasiones no consultar y opta por mirar para otro lado, lo cual retrasa el diagnóstico; sabe que lleva unos hábitos de vida no saludables y adopta una actitud evasiva, lo cual a la larga tiene consecuencias fatales. Hay que revertir esto”, indica Obaya.

RELACIÓN CON OTRAS ENFERMEDADES

De hecho, muchos de los pacientes con enfermedad cardiovascular diagnosticada no descubren que tienen diabetes hasta que sufren un evento cardiovascular. Además, “entre un 20% y un 30% de las isquemias de miembros inferiores que diagnosticamos son consecuencia de la diabetes y más de un 30% de las personas con diabetes presentan algún tipo de enfermedad cardiovascular“. Los datos sirven para entender la enorme repercusión de la diabetes por su relación con otras enfermedades.

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Se da además la circunstancia de que existe otra entidad previa a la diabetes, que se conoce como prediabetes y que puede aparecer entre 10 y 15 años antes, cuando la persona sufre ya una alteración del metabolismo de la glucosa basal que no se considera diabetes pero que está causando daño a nivel cardiovascular. Éste es uno de los campos en el que los especialistas consideran que más se debe trabajar “para evitar ese paso de prediabetes a diabetes”, señala Ángeles Álvarez, enfermera del centro de salud Goya, de Madrid.

Tanto la diabetes como la prediabetes son factores de riesgo cardiovascular, lo cual significa que aumentan el riesgo de cardiopatía isquémica, es decir, de angina o infarto agudo de miocardio; de afectación cerebral, es decir, de ictus; de enfermedad arterial periférica, que se traduce en dificultad para caminar y dolor en las piernas, y de insuficiencia cardiaca, es decir, de fallo en la función del corazón por daño en la bomba que hace que el organismo no sea capaz de mantener el gasto cardiaco que el paciente necesita para cubrir sus necesidades.

DAÑO SOBRE EL CORAZÓN

Es tal el daño de la diabetes sobre el corazón que se habla ya de una miocardiopatía específica del paciente diabético. Toda esta cascada de reacciones tiene su origen en el hiperinsulinismo y el acúmulo de glucosa, que son fatales para el endotelio, o lo que es lo mismo, para el tejido vascular que se extiende por todo el organismo y que constituye una especie de carretera. “Como consecuencia del exceso de glucosa y de insulina se empiezan a formar depósitos de grasa, lo que se conoce como placa de ateroma, que no deja que la sangre fluya adecuadamente. El riesgo es doble porque si esa placa es frágil e inestable y se desprende puede ocasionar un tapón, es decir, un trombo”, explica Obaya.

Las complicaciones se producen tanto en las grandes autovías como en las pequeñas carreteras secundarias, es decir, tanto en los grandes vasos del organismo como en los de pequeño calibre. Y aunque las complicaciones macrovasculares resultan más graves, son las microvasculares las que más deterioran la calidad de vida del paciente y de su familia porque le afectan de modo continuo en su día a día.

Se calcula que la diabetes acorta la vida entre 6 y 8 años y a la vez deteriora mucho los años de vida por esa afectación de órganos vitales, sin olvidar la retinopatía diabética que es quizá la principal preocupación de los pacientes por la ceguera que puede causar. Así, un 50% de los pacientes con diabetes de más de 20 años de evolución presentan retinopatía diabética.

Otro dato para la preocupación: la diabetes es la principal causa de amputación no traumática de los miembros inferiores en países industrializados, por el daño que va causando a nivel vascular en los vasos de las piernas. Y entre un 25% y un 30% sufren enfermedad renal, aunque no todos los pacientes evolucionan hacia trasplante, pero sí muchos terminan en diálisis.

Las sociedades científicas están también preocupadas actualmente por las repercusiones que la actual pandemia por Covid y los cambios en la organización sanitaria pueden acarrear para la población con diabetes. Por un lado, recuerdan que esta patología es un factor de riesgo de mal pronóstico en los pacientes que ingresan por Covid. “En general son más obesos, tienen más edad y más comorbilidades, es decir, más enfermedad previa”, señala Juan Carlos Obaya.

Además, el confinamiento de la pasada primavera supuso una ganancia media de tres kilos de peso en la población general, un dato sobre el que la SEEN quiere llamar la atención, dada la vinculación entre obesidad y sobrepeso, y diabetes.

Curiosamente, si para algunos pacientes con diabetes tipo 1 el confinamiento parece haber acarreado consecuencias positivas, en cuanto que se trata de una población más joven que tuvo en esa etapa más tiempo para cuidarse, en los pacientes con diabetes tipo 2, que son la mayoría, el confinamiento ha resultado muy negativo. Además, en estos últimos meses, los pacientes crónicos se han alejado de sus especialistas e interrumpido sus revisiones periódicas y esto puede tener consecuencias fatales, por lo que desde la SEEN llaman la atención sobre la importancia de que el coronavirus no oculte el resto de patologías que tanto impacto tienen entre la población.

ALARMANTE APARICIÓN DE DIABETES TIPO 2 EN NIÑOS

La buena noticia es que la diabetes tipo 2 es una enfermedad que se puede prevenir y hacerlo no es complicado, basta con adoptar unos hábitos de vida saludables, relacionados sobre todo con la práctica de ejercicio físico, el seguimiento de una alimentación adecuada, con la dieta mediterránea como herramienta clave, y el abandono del tabaquismo. Además, actualmente se dispone de fármacos muy eficaces para su abordaje, no solo para el control de la glucosa sino también para reducir el riesgo cardiovascular y proteger el corazón de estos pacientes.

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Y mejorar la prevención es fundamental porque todas las previsiones de las autoridades sanitarias internacionales respecto a la evolución de la diabetes se quedan cortas. Los datos en los últimos años siempre han sido peores de lo previsto. Y la razón es el imparable aumento de la obesidad, que es un factor de riesgo claro de diabetes.

De hecho, los expertos consideran llamativo que se estén viendo ya casos de diabetes tipo 2 en niños, “algo que hace unos años era impensable para nosotros”, señala Javier Escalada. De hecho, se ha acuñado un nuevo término, diabesidad, para definir una nueva realidad de pandemia de diabetes ligada a la obesidad y el sobrepeso. En la misma idea insiste Ángeles Álvarez, para quien “es clave trabajar la obesidad infantil”.

La cuestión es que debido al retraso en el diagnóstico, cuando al paciente se le detecta la diabetes “está en ocasiones ya muy deteriorado”, explica Javier Escalada. Y ello es lamentable porque actualmente se dispone de fármacos muy eficaces para el control de la enfermedad, que resultan tanto más eficaces cuanto antes se instaure el tratamiento. “Es tristemente habitual que aparezca un paciente con una herida en el pie que es en realidad una lesión de pie diabético y en ese momento es cuando se le diagnostica”, indica la enfermera Ángeles Álvarez.

Un perfil clave en el abordaje de la diabetes es la del personal de enfermería porque se trata de una enfermedad en la que la educación y la capacitación de la persona en su manejo es fundamental. Es además una figura que acompaña al paciente con diabetes a lo largo de toda su enfermedad. Ángeles Álvarez vive con pasión su trabajo. Desde su experiencia considera clave “explicar al paciente desde el minuto uno cuál es la historia natural de esta enfermedad, que es complicada, entre otras cosas, porque no duele. Quizá si cada vez que al paciente le sube la glucosa experimentara algún tipo de dolor sería más fácil”.

Por ello les explica los síntomas y les ayuda a saber interpretarlos. “Un 20% de los pacientes que sufren una hipoglucemia modifican sus hábitos porque lo pasan tan mal que hacen todo lo posible para evitarlo. Pero el objetivo es tratar de evitar esas crisis, sobre todo, los vaivenes glucémicos que tanto daño producen”.

Esta enfermera explica a sus pacientes que la diabetes es como una mesa que necesita de cuatro patas para permanecer estable. Una de ellas está relacionada con la alimentación, teniendo en cuenta que la dieta mediterránea “es perfecta para prevenir esta enfermedad y mejorar su curso. Pero mucha gente piensa que la sigue y no es así. Además, a los pacientes no se les puede dar la dieta que tenemos en el cajón para todo el mundo, hay que personalizar las decisiones y es importante pactar con cada paciente”.

Otro de los pilares es el ejercicio físico que debe incluir tanto actividad aeróbica como de fuerza. “No sirve decirle a la población que salga a caminar, sin más, claro que caminar es bueno pero hay que dar unas pautas precisas y completas. Es necesario alcanzar una determinada frecuencia cardiaca, que debemos individualizar, y basta una pared o una silla para poder realizar ejercicios de fuerza, al tiempo que un paciente no debe estar más de 48 horas sin realizar ejercicio físico y realizar, al menos, 150 minutos a la semana”.

La tercera pata de la mesa se relaciona con el tratamiento farmacológico y su cumplimiento, sabiendo reconocer y resolver las situaciones de crisis. “No basta con decir toma un poco de azúcar cuando sientas una hipoglucemia, que debemos enseñar a reconocer; el paciente debe saber exactamente qué tiene que ingerir, cuánto tiempo tiene que esperar, conocer la que conocemos como regla del 15, qué tipos de hidratos de carbono le convienen… yo les enseño a contar raciones, a saber intercambiarlas y a que según lo que coma necesitará más o menos insulina. Las necesidades cambian con la alimentación, el ejercicio y la menstruación, entre otros factores”.

La educación terapéutica es el cuarto pilar “y aquí enfermería desempeña un papel fundamental porque si esto falla, fallará lo demás y es un proceso que debe mantenerse a lo largo de toda la vida como enfermedad crónica que es y en la que es difícil mantener de forma permanente las pautas establecidas, incluso por muy concienciado que esté el paciente”.

Precisamente de la importancia de la enfermería en el manejo de la diabetes da idea el lema La enfermera y la diabetes, elegido este año por la Federación Internacional de la Diabetes con motivo de la celebración del Día Mundial de la enfermedad, que se celebra este sábado 14 de noviembre. Se trata de un eslogan con el que se quiere dar protagonismo al papel esencial que estos profesionales juegan en la prevención, detección, control y seguimiento de esta enfermedad y quienes destacan la importancia de la educación y la financiación como apoyo en su tarea.

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